domingo, 20 de mayo de 2018

LA EDUCACIÓN y LAS BELLAS ARTES



Con estos artículos pretendo informar de donde venimos y por donde hemos ido navegando hasta llegar al siglo XXI, en el aspecto educativo, contextualizado en cada época.

LOS ORÍGENES

Sumerios

Comenzaré por hablar de algo muy desconocido y que a lo largo de los milenios ha estado oculto por aquellos que lo sabían que eran solo unos pocos, las élites del mundo y algunos de los que han escrito la historia. La suerte nuestra ha sido que un hombre que nació en el siglo XX llegó a desentrañar la auténtica historia de la humanidad.





Zecharia Sitchin Bakú, nació en RSS de Azerbaiyán, 11 de julio de 1920 y murió en Nueva York, Estados Unidos, 9 de octubre de 2010 fue un escritor e investigador, autor de una serie de libros, que promueven la teoría de los antiguos astronautas, el supuesto origen extraterrestre de la humanidad, la cual atribuye la creación de la cultura sumeria a los Anunnaki (o Nefilim) que procederían del planeta llamado Nibiru que supuestamente pertenece al sistema solar pero con una órbita muy alargada de manera que da una vuelta al Sol cada 3600 años terrestres.




Educado en el Mandato Británico de Palestina y licenciado en Historia Económica por la London School of Economics, conocía el hebreo clásico y el moderno y el sumerio; así como otros idiomas antiguos de oriente. Tradujo y reinterpretó antiguas tablillas e inscripciones de los pueblos donde surgieron las primeras civilizaciones. Durante años fue uno de los principales periodistas y editores de Israel. Vivía en Nueva York, donde participó en programas de televisión y radio. Las obras de Sitchin han sido traducidas a veintiséis lenguas y publicadas en ediciones de bolsillo, incluso en versión Braille para invidentes.





Las teorías de Sitchin se apoyan en interpretaciones personales de fuentes sumerias, babilónicas, y mitologías del Cercano Oriente, de la arqueología y de la Biblia, comparándolo con los libros del Antiguo Testamento, el Libro de los Jubileos y otras fuentes. Por tanto también hay gente en contra de esta historia aunque ninguno de sus detractores muestra su traducción genuina.





En uno de sus libros llamado EL LIBRO PERDIDO DE ENKI que es una traducción de una serie de tablillas de barro de escritura cuneiforme de origen sumerio, se describe como llegaron hasta nuestro planeta los Anunnaki en busca de oro que necesitaban para recuperar la atmósfera dañada de su planeta Nibiru.





Para sacar el oro de las minas, crearon mediante ingeniería genética al humano, mitad primate mitad Anunnaki de manera que el humano era un esclavo absoluto de estos dioses al que se trataba como a un animal. Aunque en principio se les utilizaba como mineros, luego fueron los que cultivaban la tierra y cuidaban los ganados para que los dioses comieran y también fueron los criados para todo tipo de quehaceres. Por tanto a estos no se les formó más que en los temas que iban a trabajar.






Con el paso de los milenios y debido a que la mayoría de los Anunnakis que viajaron hasta aquí eran hombres, comenzaron a unirse con las mujeres terrícolas y los hijos descendientes de estas parejas fueron educados como semidioses y fueron quienes en definitiva dirigieron de manera directa a la humanidad, recibiendo una formación superior en diversas materias. Los de más alto rango fueron los sacerdotes, auténticos intermediarios entre los dioses y la humanidad.





Los terrícolas se fueron multiplicando y también los descendientes híbridos y al ser estos últimos muy inteligentes fueron conscientes de la situación de que eran los esclavos de los dioses a lo cual se oponían pues ellos consideraban que eran descendientes directos de los dioses y querían tener el mismo estatus.





Los Anunnakis decidieron repartirse el control del planeta y de las gentes, creando naciones al frente de cada una de ellas había un dios. Y para evitar que las gentes se pusieran de acuerdo y se subvirtiera el orden establecido por ellos, crearon una lengua diferente para cada nación y que así no pudieran entenderse para ponerse de acuerdo. Ahí comienza el orden de dios, sacerdote, rey y ejército para gobernar una nación, orden que aún persiste.


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